A un año de la muerte
de José Emilio Pacheco
Hace un año, México perdió a uno de sus grandes escritores, José Emilio Pacheco, maestro en toda la extensión de la palabra, un polígrafo que cultivó diversos géneros como la poesía, el cuento, la novela, el ensayo, la traducción y el artículo periodístico. Una expresión depurada y una complicada sencillez, hacen que su obra sea fundamental en la literatura mexicana.
Nacido el 30 de junio de 1939 en la Ciudad de México, donde falleció el 26 de enero de 2014, José Emilio Pacheco estudió derecho y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a partir de lo cual, consagró su vida a la literatura en diferentes facetas, como poeta, novelista, cuentista, ensayista, traductor, antólogo y cronista cultural.
El poeta y crítico literario Juan Domingo Argüelles aseguró que se trata de uno de los grandes escritores mexicanos, “que tiene una gran virtud que es haberlo hecho bien en prácticamente todos los géneros que practicó: es un excelente cuentista, es un novelista estupendo, es un poeta extraordinario, es un cronista singular y sobre todo, desde el punto de vista de la difusión cultural, sus crónicas y ensayos son extraordinarios, lo mismo que cuando ejerce de antólogo, porque también hizo antologías estupendas, como la Antología de la poesía mexicana del siglo XIX y la Antología del modernismo”.
Todo esto, dijo, nos revela “a un autor que en cada uno de los géneros en que incursionó, lo hizo extraordinariamente, lo cual casi nunca ocurre. El caso de José Emilio Pacheco es un caso extraordinario, porque yo creo que, los que lo recordamos por sus cuentos, sabemos que está entre los buenos cuentistas, quienes lo recordamos como poeta, sabemos que hay poetas extraordinarios en México, pero que José Emilio es uno de esos grandes poetas y ese Inventario, que publicaba cada semana en Proceso, es realmente estupendo, yo creo que cuando se consiga publicar si no completa, una selección de estos Inventarios, nos mostrará la maravilla que era en cuanto a la erudición y al conocimiento que tenía José Emilio Pacheco, no sólo sobre la literatura sino sobre la historia de México”.
Para el poeta Eduardo Langagne, simplemente se trata de “un maestro en toda la extensión de la palabra”, en cuya obra “hay una búsqueda de la expresión depurada, una expresión depurada pero transparente, creo que captura realidades diversas y que al capturar esas diversas realidades también las libera”.
Decía Elena Poniatowska en el ensayo titulado José Emilio Pacheco y los jóvenes que este escritor “toca fibras en las que se reconocen, en las que tú y él y yo, ustedes y nosotros nos identificamos. Al leerlo, cada quién escribe de nuevo Tarde o temprano. Lo suyo es nuestro. Hacemos el libro con él, somos su parte, nos convierte en autores, nos refleja, nos toma en cuenta, nos completa, nos quita lo manco, lo cojo, lo tuerto, lo bisoño. Le debemos a él ser lectores, por lo tanto le debemos a él la vida”.
El mismo José Emilio Pacheco señaló que la poesía significaba “una práctica, un ejercicio espiritual, una manera de dialogar y actualizar nuestra tradición, pero también de mostrar las cicatrices, los deseos, temores y corajes de un hombre que camina y recorre desnudo su ciudad, que le recorre, furioso, triste y esperanzado, la superficie rugosa y gris a esa piel urbana que lo fascina”.
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